Aunque el algodón es un producto natural, si este no es orgánico puede ser altamente dañino.
Para tratar de cubrir su alta demanda, las industrias utilizan sustancias químicas dañinas, tales como herbicidas, defoliantes y abonos químicos, para acelerar su crecimiento.
La cosecha del algodón ocupa tan solo el 2.4% de la superficie cultivable mundial, sin embargo consume el 16% de los insecticidas.
Esto no solo es malo para el medio ambiente si no también para la salud de las comunidades cercanas, ya que se ha demostrado que la gente que vive cerca de dichas cosechas tiende a tener enfermedades respiratorias y en la piel.