Mi mamá siempre me llevaba y me recogía de la escuela hasta que entré a secundaria. En uno de estos trayectos, yo debía de tener como 8 años, me acuerdo que el hombre en el coche de adelante de nosotros bajo la ventana y tiró un pedacito de papel a la calle. Recuerdo que mi mamá se enojo mucho, hasta que yo le dije: “ma tranquila es solo un pedacito de papel”, ella se tranquilizó, me volteo a ver y me dijo algo que recordaré para toda mi vida: “sí, es solo un pedacito de papel, pero ahora imagínate si cada persona tirara un pedacito de papel,¿cuántos pedacitos de papel habría tirados en la calle?”
Basto con tener 8 años para que esa frase se quedara pegada en mi cabeza. Ahora cada vez que hago algo pienso “¿Qué pasaría si todo el mundo hiciera esto que estoy haciendo?” Si la respuesta me lleva a un mundo peor, no lo hago, aunque tal vez esa acción en específico no destruiría al mundo el repetirla constantemente sí lo haría. En cambio, si el hacerlo me llevaría a un mundo mejor lo hago hasta con más ganas.
Hemos sacrificado el bien del mundo por nuestra comodidad. Muchas veces ni nos damos cuenta, hemos crecido rodeados de tanto plástico que nos hemos permitido verlo como normal. Y luego una vez que vemos el problema nos damos cuenta de lo difícil que es combatirlo “solos”. Andas por todos lados cargando tu termo, olvidándolo en todos lados, no encontrando donde rellenarlo, lo cargas tanto que ya es como parte de ti, y luego te encuentras con amigos para comer y tres de los cinco piden una botella de agua. Sabes que si les dices algo volverás a ser la “ecofriendly” exagerada, o te dirán “es solo una botella” (exclamaron 7 mil millones de personas) y entonces te pones a pensar que qué diferencia hace que tu traigas tu termo a todos lados si nadie más lo va a hacer. Pero yo hoy te digo: Si hace diferencia.
Porque en solo un año: el que tu cargues con tu termo evitó 300 botellas de plástico que acabarían en los ecosistemas, el que te laves los dientes con un cepillo biodegradable evitó que cuatro cepillos de plástico acabarán en el mar, el que usaras shampoo y acondicionador en barra mantienes lejos del océano 15 botellas de plástico y grandes cantidades de químicos, el decir “sin popote gracias” o cargar con tu popote de acero inoxidable hizo que 200 popotes no afectaran a las especies marinas, y así miles de cosas más.
Entonces a ti que estás preocupado por hacer algo y has implementado cambios a tu rutina, ya sean grandes o pequeños, te digo GRACIAS, porque un cambio pequeño hace más que no cambiar nada, porque las personas que creen que pueden cambiar al mundo son las que en realidad lo hacen y gracias porque muchos cambios pequeños hacen un cambio grande.
Blog escrito por María Beatriz Montaño